08 agosto 2010

De viajes y otras cosas

Si alguien me pregunta el porqué de mis viajes le respondería que me gusta la aventura, que me aburre mucho tiempo en el mismo lugar pero que no soy lo suficientemente valiente para soltar todo y largarme, es por eso que me robo solo un poco de aire foráneo y lo guardo en mis bolsillos como monedas para gastar.
Siempre quise viajar sola. Ser mujer independiente y locuaz. Atreverme a dar ese paso, comprar solo un pasaje con regreso incierto.
Y me fui a Bolivia una mañana como a las 10, recorrí sus calles y sus iglesias, dormí sola y talvez acompañada. Comencé en Oruro, con José Luis y Javier, jóvenes emigrantes con historias de favelas y casi secuestros. Después Uyuni con europeos que nos miran como exóticos pero no quieren ver mas allá de sus ojos, Inés me adoptó y fui feliz buscando avestruces, fotografiando flamencos y llorando al sentirme estrepitosamente contenta y solitaria. Desperté en La Paz con poca paz interior, ávida de compañía verdadera me lance a las calles, pero viajar sola no es como ir al banco. Todos los días nueva gente, nuevo alojamiento, hacer amigos o no hacerlos, atreverse o no atreverse. Siempre observando, sin tiempo para meditar largo y tendido.
Asumir tantos defectos y virtudes, ser yo y deshacer lo que hice de mí, llorar mirando el techo por sentirse incapaz de actuar de otra manera. Amar a un loco una noche y perderlo después en la confusión, secar sus calcetas en la ventana esperando que vuelva por ellas y talvez por mí.
Bolivia me arrastró a mis raíces, en sus camas frías me pensé a mi misma y a mis antepasados, pero esta vez no pensé en las miserias de mi continente sino en sus riquezas, admire un Potosí, tan lindo y tan pobre a la vez, ame a sus mujeres con niños a la espalda. Me enorgullecí por las protestas ciudadanas, bulliciosas y comprometidas que inundan La Paz. Conversé con mamitas sobre fósiles, san pedros y ayahuascas, vendí artesanías en las cunetas, me tome su vino y me fumé su hierba. Pero me cansé de tanto andar, extrañé a mi gente como nunca, me aburrí de ser independiente y atrevida, dejé de jugar. Y volví mí a mi Chile radiante y plastificado.
Regresé con abrazos familiares y nuevas noches por adivinar. Me enfermé de mis olores, mi clima y mi lugar.
Secretos inconfesables me rondan y me rondan , yo me dedico a recordar y olvidar. Así son los viajes, por eso me gustan. Es entretenido eso de no saber donde se va a despertar.
Formidable y terrible incertidumbre del destino.
Yo por ahora me siento a descansar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchos saludos, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!